











A finales de 2013 me convierto en madre. Esta experiencia me sacude, me separa del mundo, me arroja a las profundidades del ser y desde entonces ya no soy la misma, mi trabajo tampoco. Poco después comienzo a realizar fotomontajes, a crear imágenes a partir de fragmentos y en blanco y negro de los que irán surgiendo las ‘Divas de cine negro’; personajes femeninos sin rostro, despojados de individualidad, de belleza y liberadas de su condición de objetos de deseo. Mujeres ensimismadas e inalcanzables que han abandonado su condición de fascinar revelándose como figuras fantasmagóricas que no proyectan su mirada sobre el espectador, sino sobre sí mismas mostrándonos aquello que se oculta a la belleza. Lo velado es expuesto a través de un juego simbólico en el que explorar el miedo, los estereotipos, la angustia, la soledad o la sensación de fragmentación experimentada por distintos personajes femeninos repletos de una soledad apabullante, nacidos de las sombras de la maternidad.