






“Desde el siglo XVIII, la existencia de las enciclopedias se justifica por la necesidad que el hombre moderno siente de poseer un instrumento de consulta que satisfaga sus dudas sobre cuanto le rodea. El ritmo acelerado que caracteriza nuestra civilización (descubrimientos científicos, progreso técnico, cambios de coyuntura social, complejidad de los sistemas político administrativos, rápida sucesión de corrientes artísticas, etc.) ha provocado el envejecimiento de las enciclopedias existentes y ha estimulado la creación de obras nuevas…”.
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Así se definía la Gran enciclopedia que siempre nos acompañó en casa, coronando nuestro salón desde el mueble aparador al que solíamos dirigirnos cuando nos inundaba alguna duda acerca de una palabra, la ubicación de un país o la fecha de nacimiento o muerte de un artista. Por entonces, creía que todo el saber existente estaba contenido en esos diez voluminosos tomos. Hoy sé que el saber escapa a los libros, no porque en ellos ya no podamos encontrar los datos que buscamos quienes dudamos sobre algo, simplemente porque los tiempos han cambiado y yo he crecido, mi sed de conocimiento es otra y mi inconformismo se suma al de muchas otras mujeres y seres, medio olvidados, que hemos visto cómo nuestra presencia se asoma escasamente en esos grandes contenedores del conocimiento que fueron las enciclopedias.
Desde la posición de cierta “invisibilidad” que me otorga mi condición de mujer en el mundo del arte, comencé en 2018 esta Pequeña enciclopedia de fotografía (fragmentada), un proyecto que nació como un “juego” en el que me apropio de imágenes y fragmentos de otros autores para construir un relato que, por aquel entonces, no tenía claro hacia dónde se dirigía, pero que se originó a partir de preguntas que me hacía y que todavía sigo haciéndome: ¿dónde están los discursos que se han quedado fuera de la historia? ¿Por qué los libros de historia de la fotografía, una técnica de solo doscientos años, están inundados de nombres masculinos cuando sabemos que, por su tardío descubrimiento, es una práctica que permitió que muchas mujeres se sumasen a ella?
Al tratarse de un nuevo medio de representación sin la tradición que pesaba sobre otras artes, como la pintura o la escultura, la fotografía permitió que muchas mujeres se acercasen a esta técnica sin encontrar demasiada resistencia, algo que sí ocurría, por ejemplo, en la pintura, convertida en una especie de gueto de difícil acceso para ellas.
De todas estas incertidumbres nace la inquietud que me llevó, y me lleva, a tamizar con mi mirada la de aquellos autores de quienes me he alimentado en mi aprendizaje y que son la base para construir esta Pequeña enciclopedia de fotografía (fragmentada). De cada uno de ellos tomo prestada, con cierta intencionalidad, una imagen en la que aparece un ser que me representa y que nos represente a todas nosotras, a las mujeres y al constructo que somos a través de siglos de representación de nuestros cuerpos en las artes. Y lo hago con intención de repensar estas referencias, de deconstruir lo aprendido para, con base en esas elecciones, armar una nueva obra nacida de los escombros de nuestro aprendizaje y resaltar así los espacios vacíos que, como decía, deja la historia.
Las lecturas que se deriven de este nuevo “reencuadre” que planteo, y como no puede ser de otra forma, generan varios relatos en cada espectadora o espectador, que los interpretará de manera diferente: quienes conozcan la historia del medio intentarán descifrar de qué fotógrafo o fotografía se trata; otras personas verán un amplio abanico de expresiones que construyen lo que, dicen, representa lo femenino; otras podrán seguir apreciando el uso tan diferente que han hecho los fotógrafos del cuerpo de la mujer… Porque es evidente que las imágenes nos construyen, nos dicen quiénes somos, o eso queremos pensar, pues, ¿acaso no somos seres múltiples, poliédricos y complejos a quienes se ha prestado poca atención en el pasado y que en muchos lugares del mundo prácticamente no pueden alzar su voz?
En definitiva, esta colección de imágenes, que descansan sobre coloridos tomos enciclopédicos, no pretende ser un ensayo, sino un pequeño relato construido desde la diversidad que recoge los saberes que he ido adoptando en mis procesos a lo largo de todo mi aprendizaje. Un libro que es en sí un deseo; un deseo de mostrar un nuevo punto de vista, un deseo de contar, de sorprenderme a mí misma al construir una pieza artística a partir de algo tan insignificante como unas simples piedras y escombros recogidos por las calles y los caminos. Y es por este juego, y a través de esta combinación, que ambos soportes —fotografía y piedra— se solapan, adquiriendo uno la naturaleza del otro en un azaroso juego de negativo y positivo que no se produce por diferencia, sino por los vacíos que la imagen deja fuera de sí, para convertirse en otra cosa, otorgándole el significado que personalmente me interesa como trabajadora de la imagen que soy. Es entonces cuando las fotografías se convierten en un material que puedo cortar, lijar, endurecer… sin hacer otra cosa más que unir, en un mismo plano, lo duro y lo blando, lo fino y lo grueso, lo fuerte y lo frágil, el color y el blanco y negro, mi mirada y la de ellos… invocando así a estos autores para poder construir(me) esta Pequeña enciclopedia de fotografía (fragmentada), nacida de los vacíos de la historia y en cuyo lugar se ha encontrado muy a menudo la mujer.
Rosa Neutro